"Conocí a esta Valiente Hermana en el Batey de Cojobal, Provincia de Monte Plata, RD.
Ha Trabajado Arduamente en La Crianza de sus Hijos y ahora Nietos" Estas Hermanas y Hermanos es La Gran Inspiración de Nuestro Ministerio. ¡¡A mi Gran DIOS toda Gloria!!
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Ha Trabajado Arduamente en La Crianza de sus Hijos y ahora Nietos"
sés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Josué 1:7>
El Señor estará con nosotros en esta guerra santa, pero exige que sigamos escrupulosamente sus prescripciones. Venceremos ciertamente si le obedecemos con todo nuestro corazón, y si ponemos toda la energía en los actos de nuestra fe. Si somos tibios de corazón, sólo podremos esperar a medias la bendición de Dios.
Hemos de obedecer a Dios con cuidado y meditación. La frase empleada aquí es «cuidar de hacer», y está henchida de sentido. Esta condición es esencial, y nos obliga a conocer la voluntad de Dios en todos sus pormenores; hemos de obedecer con prontitud y estar siempre dispuestos a obrar «conforme a toda ley». No tenemos derecho a elegir según nos plazca, sino que debemos seguir todos los mandamientos del Señor, sin excepción alguna, y tal como nos han sido dados. Hagámoslo con exactitud y perseverancia. Nuestro camino ha de ser recto, que no se tuerza ni a la derecha ni a la izquierda. No queramos ser más rígidos que la ley, ni por ligereza emprender el camino más fácil y desembarazado. Una obediencia así nos acarreará más prosperidad espiritual. ¡Que tu promesa, Señor, no nos sea vana!
El Señor estará con nosotros en esta guerra santa, pero exige que sigamos escrupulosamente sus prescripciones. Venceremos ciertamente si le obedecemos con todo nuestro corazón, y si ponemos toda la energía en los actos de nuestra fe. Si somos tibios de corazón, sólo podremos esperar a medias la bendición de Dios.
Hemos de obedecer a Dios con cuidado y meditación. La frase empleada aquí es «cuidar de hacer», y está henchida de sentido. Esta condición es esencial, y nos obliga a conocer la voluntad de Dios en todos sus pormenores; hemos de obedecer con prontitud y estar siempre dispuestos a obrar «conforme a toda ley». No tenemos derecho a elegir según nos plazca, sino que debemos seguir todos los mandamientos del Señor, sin excepción alguna, y tal como nos han sido dados. Hagámoslo con exactitud y perseverancia. Nuestro camino ha de ser recto, que no se tuerza ni a la derecha ni a la izquierda. No queramos ser más rígidos que la ley, ni por ligereza emprender el camino más fácil y desembarazado. Una obediencia así nos acarreará más prosperidad espiritual. ¡Que tu promesa, Señor, no nos sea vana!
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