Pastor "Joseph Figuero" de nacionalidad Haitiana, unos de mis Pastores Favoritos en Nuestro Ministerio. Es muy fiel en trabajar en su "Conuco" pequeña finca, casi todos los días; pero me manifiesta contiuamente que lo mas Importante es su Entrega Total diaria de su Vida al servicio al Señor y a los demás. A Nuestro DIOS toda Gloria.
"Gad, ejército lo acometerá; mas él acometerá al fin. Génesis 49:...19"
Muchos de nosotros hemos sido como la tribu de Gad. Nuestros enemigos han sido por algún tiempo numerosos y cayeron sobre nosotros como un ejército. Por el momento nos vencieron y se envanecieron de su victoria. Con ello no hicieron sino demostrar que esta profecía concierne también al pueblo de Cristo que, como Gad, debe ser asaltado y vencido por un ejército numeroso. Dura cosa es ser vencido, y de no haber creído por fe en la segunda parte de la promesa de nuestro Padre, «él acometerá al fin», habríamos desmayado.
«Hasta el fin nadie es dichoso», dijo un poeta. Y es verdad. Se juzga una guerra no por los primeros éxitos o derrotas, sino por el desenlace final. «Al fin», el Señor dará la victoria a la verdad y a la justicia, y, como dice Bunyan, eso quiere decir para siempre, porque después del fin, nada puede suceder.
Lo que necesitamos es perseverar en el bien obrar, y mucha confianza en nuestro glorioso Capitán. Cristo, Señor nuestro, nos enseñará a endurecer nuestro rostro como el diamante para que podamos realizar su obra o resistir al sufrimiento hasta que podamos exclamar: «Consumado es». ¡Aleluya! ¡Victoria! Creamos en su promesa. «El acometerá al fin».
"Gad, ejército lo acometerá; mas él acometerá al fin. Génesis 49:...19"
Muchos de nosotros hemos sido como la tribu de Gad. Nuestros enemigos han sido por algún tiempo numerosos y cayeron sobre nosotros como un ejército. Por el momento nos vencieron y se envanecieron de su victoria. Con ello no hicieron sino demostrar que esta profecía concierne también al pueblo de Cristo que, como Gad, debe ser asaltado y vencido por un ejército numeroso. Dura cosa es ser vencido, y de no haber creído por fe en la segunda parte de la promesa de nuestro Padre, «él acometerá al fin», habríamos desmayado.
«Hasta el fin nadie es dichoso», dijo un poeta. Y es verdad. Se juzga una guerra no por los primeros éxitos o derrotas, sino por el desenlace final. «Al fin», el Señor dará la victoria a la verdad y a la justicia, y, como dice Bunyan, eso quiere decir para siempre, porque después del fin, nada puede suceder.
Lo que necesitamos es perseverar en el bien obrar, y mucha confianza en nuestro glorioso Capitán. Cristo, Señor nuestro, nos enseñará a endurecer nuestro rostro como el diamante para que podamos realizar su obra o resistir al sufrimiento hasta que podamos exclamar: «Consumado es». ¡Aleluya! ¡Victoria! Creamos en su promesa. «El acometerá al fin».
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